Ya he hablado anteriormente en el blog sobre el papel del docente en línea , pero ¿qué caracteriza exactamente la función de un docente en un entorno de aprendizaje virtual? ¿podemos extraer las características básicas o aspectos esenciales que lo definan de manera independiente a su homólogo presencial?
Esto último, aunque pueda parecer evidente, no lo es. Sí es cierto que, en la práctica, es habitual que un docente tenga que encargarse de cursos presenciales y cursos a distancia de forma simultanea, y su papel al frente de ambas experiencias no puede ser el mismo.
Ahora bien, cada vez se extienden más puentes entre las modalidades presencial y a distancia, se podría hablar de una convergencia que hace que el uso de las TIC esté cada vez más presente en los procesos de enseñanza-aprendizaje presenciales, de la misma manera que, prácticamente copan la interacción en los procesos a distancia.
Al mismo tiempo, en las modalidades educativas a distancia se intenta reducir el vacío entre la tecnología y los objetivos de aprendizaje mediante la implementación virtual de procesos propios de las relaciones sociales del contexto presencial.
En ambos casos, es el docente el encargado de dirigir y orquestar el proceso para que los alumnos alcancen los objetivos de aprendizaje.
Por tanto, parece que podemos hablar del docente convergente como aquel docente que sabe identificar las técnicas y metodologías que mejores resultados aportan al proceso de enseñanza-aprendizaje y es capaz de trasladarlas del contexto presencial al virtual y viceversa.
Pero, veamos en tres puntos cuáles son los aspectos que caracterizan a un docente convergente.
Es quien gestiona y organiza el proceso de aprendizaje
La función docente implica diseñar y planificar el proceso de aprendizaje. Se suele afirmar que en la planificación es crítica en la modalidad a distancia, pero también lo es en la presencial. Una buena planificación, contando con su flexibilidad necesaria, facilita la tarea al docente y ofrece a los alumnos un recurso indispensable para saber qué han de esperar de la asignatura y qué espera la asignatura de ellos.
La planificación, además, se suele acompañar de una programación de aula que debería incluir indicaciones sobre las actividades a realizar(¿qué se ha de hacer?, ¿cómo?, ¿cuándo se ha de entregar?¿cuántos recordatorios se harán?¿cómo?). Una especie de guía cuya presencia y detalle resultan de gran interés para todas las modalidades.
El docente también es el que pone los recursos a disposición de los alumnos. Preferiblemente, compartidos en un espacio al que puedan acceder desde cualquier lugar a cualquier momento y suficientemente organizados para facilitar el acceso a ellos.
Y el docente será el que guiará a los alumnos en el proceso a través de las actividades y los recursos.
Dinamiza el proceso
La planificación está muy bien y la consulta de los documentos que la representan también. Pero el docente ha de participar en el proceso realizando intervenciones para explicar el aquí y ahora que permitirá llegar al después a partir de lo de antes. Es el guía, el punto de referencia, el faro que evitará que los alumnos choquen contra los arrecifes. Y como tal, ha de ser capaz de hacer llegar esos mensajes al alumnado.
Para dinamizar más el proceso, el docente ha de ser capaz de dar respuesta a las cuestiones y comentarios de la forma más rápida posible, aunque sea para decir que se está buscando la respuesta; no está bien hacer esperar a un alumno virtual, pero uno presencial tampoco se va a conformar con esperar.
El docente también evalúa, lo que no sólo significa poner notas: la evaluación es un proceso complejo que permite obtener información sobre el grado de asimilación de los contenidos por parte de los alumnos. De ese modo, se determina si las metodologías y recursos empleados son adecuados. Es decir, no sólo se evalúa a los alumnos, sino la propia práctica docente. Y los mejores recursos para la evaluación se pueden y deben emplear tanto en la modalidad a distancia como en la presencial.
Motiva y fomenta la interacción en el aula
De la misma manera que un aula virtual hay que mantener el foro activo, en un aula hay que activar la participación de los alumnos, haciendo un seguimiento sistemático de las mismas con la connivencia de los alumnos.
El docente ha de fomentar el debate, alentar el espíritu crítico y la discusión. Y los alumnos han de saber que su opinión cuenta, para sentirse animados a participar, a tomar partido y así adquirir protagonismo en su proceso de aprendizaje. Si es en un foro o en el aula es lo de menos, lo importante es el intercambio.
Y a la hora de proponer actividades, priorizar el trabajo colaborativo en el que se fomente el aprendizaje entre iguales, activar el componente social del aprendizaje que igual de válido es en el intercambio de unos mensajes por Internet como en el intercambio cara a cara.
Y pase lo que pase, hacer llegar a los alumnos mensajes de ánimos y felicitaciones por su esfuerzo, para fortalecer su autoestima, que es uno de los motores de la motivación.
Esto es un docente convergente; un docente sin complejos que entiende que el proceso de enseñanza-aprendizaje está por encima del canal empleado para llegar a sus alumnos (presencial o a distancia). Entre otras cosas, porque el proceso ocurre en ambos casos en el mismo sitio: dentro del alumno.
Atribución: